Esta situación, lamentablemente, no es extraña, pues en muchos casos detrás de cada litigio nos encontramos con problemas emocionales subyacentes; en nuestra experiencia, la solución puede estar en hacer entender a las partes que tendrán la oportunidad de ser escuchadas y expresar plenamente sus emociones, algo que normalmente no se produce en los juicios.

La mediación puede trabajar con casos muy emocionales si las partes están dispuestas a escuchar atentamente a la otra parte y volver a examinar su posición a la luz de lo que aprenden en el proceso de mediación.

Es evidente que una solución elaborada por las partes siempre es preferible que la impuesta por un tribunal, que puede no satisfaga a ninguna de ellas.

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